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Bajo la Mirada Amorosa de Dios

Salmo 139

Oh SEÑOR, tú me has examinado y conocido.

Tú conoces cuando me siento y cuando me levanto;

desde lejos entiendes mi pensamiento.

Mi caminar y mi acostarme has considerado;

todos mis caminos te son conocidos.

Pues aún no está la palabra en mi lengua, y tú, oh SEÑOR, ya la sabes toda.

Detrás y delante me rodeas,

y sobre mí pones tu mano.

Tal conocimiento me es maravilloso; tan alto que no lo puedo alcanzar.

¿A dónde me iré de tu Espíritu?

¿A dónde huiré de tu presencia?

Si subo a los cielos, allí estás tú;

si en el Seol hago mi cama, allí tú estás.

Si tomo las alas del alba

y habito en el extremo del mar,

aun allí me guiará tu mano

y me asirá tu diestra.

Si digo: “Ciertamente, las tinieblas me encubrirán

y se hará noche la luz que me rodea”,

aun las tinieblas no encubren de ti

y la noche resplandece como el día. Lo mismo te son las tinieblas que la luz.

Porque tú formaste mis entrañas; me entretejiste en el vientre de mi madre.

Te doy gracias, porque

has hecho maravillas.

Maravillosas son tus obras,

y mi alma lo sabe muy bien.


 

Oración


Dios eterno, al cerrar este día, me inclino ante Ti con gratitud y asombro. El Salmo 139 me llena de consuelo al recordarme que, desde el principio de mi existencia, Tus manos amorosas tejieron cada detalle de mi vida. No hay rincón oscuro, ni sombra profunda, donde Tu presencia no llegue para iluminar y sostener mi espíritu.


Señor, esta noche deposito ante Ti cada carga, cada inquietud y todo aquello que ha perturbado mi paz. Confío plenamente en que Tú, que conoces mis pensamientos antes de que los exprese, también comprendes los anhelos más profundos de mi corazón. Renueva mi alma, limpia mis miedos y llena mi ser con la paz que solo Tú puedes dar.


Mientras el mundo descansa, te pido que seas mi refugio, mi protector y mi fortaleza. Cubre mi hogar con Tu presencia, y que Tu amor infinito sea el escudo que me rodee. Que al dormir, pueda sentir la certeza de que, aun cuando todo parezca incierto, estoy firmemente sostenido por Tus manos fieles. Gracias, Padre, porque Tu amor nunca falla, y porque, en cada latido de mi corazón, encuentro evidencia de que estás conmigo.


En el nombre poderoso de Jesús, amén.


 

Conclusión


El Salmo 139 nos recuerda que no estamos solos; Dios, en Su infinita sabiduría y amor, nos conoce profundamente y nunca deja de velar por nosotros. Esta noche, entrega tus preocupaciones y tus miedos al Señor, y descansa en la paz que solo Él puede dar.


Comparte esta oración con alguien que necesite consuelo, y deja tus reflexiones en los comentarios para seguir compartiendo fe y esperanza. Que el Señor sea tu refugio y renueve tus fuerzas para el nuevo día que viene.


Sergio Andrés, tu Consejero Espiritual.

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