
Salmo 45
¡Bienaventurado el que se preocupa del pobre!
En el día malo lo librará el SEÑOR.
El SEÑOR lo guardará y le dará vida para que sea feliz en la tierra.
No lo entregará a la voluntad
de sus enemigos.
El SEÑOR lo sustentará en
el lecho de dolor.
En su enfermedad, tú transformarás
su postración.
Yo dije: “Oh SEÑOR,
ten misericordia de mí;
sana mi alma
porque contra ti he pecado”.
Mis enemigos hablan mal de mí
y preguntan:
“¿Cuándo se morirá y perecerá
su nombre?”.
Si alguien viene a verme, habla mentira.
Su corazón acumula iniquidad para sí,
y saliendo afuera, lo divulga.
Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;
contra mí traman el mal.
“Algo abominable se ha derramado sobre él.
El que cayó en la cama
no se volverá a levantar”.
Aun mi amigo íntimo,
en quien yo confiaba y quien comía de mi pan,
ha levantado contra mí el talón.
Pero tú, oh SEÑOR,
ten misericordia de mí;
haz que me levante,
y les daré su merecido.
En esto conoceré que de mí te has agradado:
en que mi enemigo no cante victoria sobre mí.
En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado,
y me haces estar delante de ti para siempre.
¡Bendito sea el SEÑOR Dios de Israel, desde la eternidad hasta la eternidad! Amén y amén
Oración
Señor amado, al terminar este día, me postro ante Ti con fe y esperanza, buscando Tu toque sanador. Tú, que eres el Médico Divino, conoces cada detalle de mi cuerpo y alma. En este momento, entrego a Tus manos toda enfermedad, dolencia y angustia que pesa sobre mí. Sé que en Tu presencia hay poder, y que en Tu amor encuentro consuelo y restauración.
Padre celestial, Tú eres quien fortalece al débil y levanta al caído. Derrama Tu paz sobre mi vida y permite que esta noche sea un tiempo de renovación para mi espíritu y mi cuerpo. Limpia mi ser de toda aflicción y renueva mis fuerzas mientras descanso bajo la sombra de Tu amor eterno. Gracias porque sé que en Ti está la fuente de toda sanidad, y que Tus promesas son fieles y verdaderas.
Señor, te pido no solo por mi sanidad, sino también por la de quienes están enfrentando batallas similares. Rodea a cada corazón con Tu presencia, y que Tu poder se manifieste en milagros que transformen vidas. Ayúdame a despertar con fuerzas renovadas, con la fe de que Tu obra sanadora sigue activa en mi vida y en la vida de quienes amo.
En el nombre de Jesús, Amén.
Conclusión
El Salmo 41 es un recordatorio de que Dios no solo escucha nuestro clamor en momentos de enfermedad, sino que también actúa con Su poder sanador y Su compasión infinita. Él es quien nos sostiene en medio del dolor y nos promete restauración. Cada enfermedad es una oportunidad para ver Su gloria y confiar en Su propósito eterno.
Esta noche, descansa en la certeza de que Su amor te rodea y Su poder está obrando en tu vida, sanando no solo tu cuerpo, sino también tu alma. Que esta oración sea un bálsamo para tu corazón y una invitación a confiar plenamente en el Señor.
Comparte esta oración con alguien que necesite sanidad y deja tus reflexiones en los comentarios. Que la paz de Dios te envuelva esta noche y Su poder renueve cada rincón de tu vida.
Sergio Andrés, tu Consejero Espiritual.
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