Salmo 31
En ti, oh SEÑOR, me he refugiado;
no sea yo avergonzado jamás. Líbrame en tu justicia.
Inclina a mí tu oído; líbrame pronto.
Sé tú mi roca fuerte,
mi fortaleza para salvarme.
Porque tú eres mi roca y mi fortaleza, por amor de tu nombre me guiarás
y me encaminarás.
Sácame de la red que han
escondido para mí
porque tú eres mi fortaleza.
En tus manos encomiendo mi espíritu;
tú me has redimido, oh SEÑOR, Dios de verdad.
Aborrezco a los que esperan
en los ídolos vanos,
pero yo en el SEÑOR he confiado.
Me gozaré y alegraré en tu misericordia porque has visto mi aflicción. Has conocido mi alma en las angustias
y no me entregaste en mano
del enemigo.
Oración
Señor, al caer la noche, me refugio en Tu presencia, buscando descanso en Tu amor y protección. Tú eres mi roca y mi fortaleza, y en Ti confío plenamente, incluso cuando las voces de la crítica o la envidia intentan perturbar mi paz.
En este momento de quietud, entrego en Tus manos cada preocupación y cada malintención dirigida hacia mí. Confío en que Tu justicia prevalecerá y que ningún mal causado por terceros podrá prosperar, porque Tú eres mi escudo y mi refugio seguro. Protege mi mente y mi corazón de las palabras que buscan herir, y lléname de Tu paz, esa que supera todo entendimiento.
Padre, en esta noche te pido que también trabajes en los corazones de quienes buscan dañarme. Que Tu luz los transforme y los aleje de la oscuridad de la envidia y la maldad. Permíteme caminar con gracia, sabiduría y amor, incluso frente a quienes no me desean bien, sabiendo que Tu justicia siempre será mi defensa.
Gracias, Señor, porque bajo Tu cuidado no hay espacio para el temor. Al cerrar mis ojos esta noche, descanso con la certeza de que Tú peleas mis batallas y que mañana despertaré renovado, fortalecido y lleno de esperanza en Tu fidelidad.
En el nombre de Jesús, Amén.
Conclusión
El Salmo 31 nos recuerda que, incluso en medio de las intrigas y las adversidades, Dios es nuestro refugio y nuestra fortaleza. En la quietud de la noche, Su justicia nos da la paz para enfrentar el mañana con confianza, sabiendo que Él silenciará toda voz que se levante en nuestra contra.
Confía en que, mientras descansas, el Señor obra a tu favor, protegiéndote de toda envidia y malintención. Descansa con la certeza de que estás bajo Su cuidado y que Su justicia prevalecerá en Su tiempo perfecto. Que esta noche te llene de paz, esperanza y seguridad en el amor eterno de Dios.
Sergio Andrés, tu consejero espiritual.
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