El padre nuestro

El Padre Nuestro es una oración profundamente arraigada en la tradición cristiana, enseñada por Jesús a sus discípulos como un modelo de cómo orar, tal como se registra en los Evangelios de Mateo (6:9-13) y Lucas (11:2-4). Esta oración no solo es un acto de devoción, sino también una guía de vida que refleja las principales preocupaciones y deseos del corazón humano en relación con Dios y con los demás. A continuación, reflexionamos sobre esta oración a manera de devocional.

Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre

Esta línea inicial nos invita a reconocer la majestuosidad y santidad de Dios. Al dirigirnos a Él como Padre, se nos recuerda la relación íntima y amorosa que Dios desea tener con nosotros. Santificar el Nombre de Dios es buscar honrarlo en todas nuestras acciones y pensamientos, recordando siempre su presencia celestial en nuestras vidas.

Venga tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo

Aquí, expresamos nuestro deseo de ver el reinado de Dios manifestado en la tierra, un mundo donde su justicia, paz y amor prevalezcan sobre toda forma de maldad y sufrimiento. Esta petición nos compromete a ser agentes activos del reino de Dios, viviendo y promoviendo sus valores en nuestro entorno.

Danos hoy nuestro pan de cada día

Reconocemos nuestra dependencia diaria de Dios para nuestras necesidades básicas. Esta solicitud nos enseña a vivir un día a la vez, confiando en la provisión divina y recordándonos la importancia de la gratitud y la sencillez.

Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden

Este versículo nos enfrenta con la necesidad del perdón, tanto divino como humano. Al pedir a Dios que nos perdone, nos comprometemos a perdonar a los demás, reconociendo que el perdón es esencial para nuestra propia liberación y sanación emocional y espiritual.

No nos dejes caer en tentación, y líbranos del mal

Finalmente, pedimos fortaleza y protección contra las pruebas y el mal que puedan surgir en nuestro camino. Esta parte de la oración nos recuerda nuestra vulnerabilidad y la necesidad constante de la gracia de Dios para superar las tentaciones y los desafíos de la vida.

El Padre Nuestro es más que una simple serie de palabras; es una práctica espiritual profunda que nos enseña sobre la dependencia de Dios, el valor del perdón, la búsqueda de la justicia y el amor divino. Nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con Dios y con los demás, guiándonos hacia una vida más plena y centrada en el amor. Al orar el Padre Nuestro, nos unimos a una comunidad global de creyentes, compartiendo una esperanza común y un deseo de ver un mundo transformado por el amor de Dios.

Oremos

Señor, Padre celestial, en la quietud de este momento, elevo mi corazón hacia ti, reconociendo tu santidad y majestuosidad. Que mi vida sea un reflejo de tu amor y que en cada palabra, pensamiento y acción, tu Nombre sea santificado.

Deseo ardientemente la llegada de tu reino, un lugar donde tu voluntad se cumpla tan plenamente en la tierra como se cumple en el cielo. Ayúdame a ser un instrumento de tu paz, justicia y amor, buscando no solo mi bien sino el bienestar y la dignidad de todos tus hijos.

Provee hoy, como cada día, el pan que necesitamos para sustentar nuestro cuerpo y espíritu, y enséñanos a depender de tu generosa provisión, aceptando con gratitud y humildad lo que nos das.

Perdóname, Señor, por las veces que he fallado en amarte y en amar a mis hermanos. Así como generosamente me ofreces tu perdón, dame un corazón dispuesto a perdonar a aquellos que me han herido, rompiendo las cadenas del rencor que atan mi alma.

Protégeme de las tentaciones que me rodean, fortaleciéndome ante las pruebas y liberándome de todo mal. Que tu luz guíe mis pasos y tu sabiduría ilumine mi camino.

Con humildad y esperanza, confío en tu amor y misericordia infinitos, sabiendo que estás conmigo en cada momento. Que mi vida sea un canto de alabanza a ti, hoy y siempre.

Amén.

Sergio Andres tu consejero espiritual