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Sueños, Anhelos y la Plenitud en Dios: Un Viaje de Fe y Esperanza


Mateo 7
Dios quiere que seas prospero y exitoso

En el ajetreo diario, ¿nos hemos detenido a pensar en qué medida nuestros sueños y anhelos están alineados con la voluntad de Dios? ¿Cómo podemos encontrar la paz en medio de nuestras aspiraciones y, al mismo tiempo, estar contentos con lo que tenemos? En esta reflexión, exploraremos cómo equilibrar nuestros deseos con la gratitud, sin caer en la trampa de juzgarnos por ser ambiciosos. Al abordar este tema, no estamos sugiriendo que dejemos de soñar o que abandonemos nuestras metas, sino más bien, buscamos entender cómo nuestros sueños pueden coexistir con una confianza profunda en la provisión divina. A través de estas palabras, nos embarcaremos en un viaje de fe y esperanza, descubriendo cómo cultivar una mentalidad de abundancia mientras permanecemos arraigados en la verdad espiritual. A lo largo de este devocional, recordemos que en nuestra búsqueda de más, a menudo olvidamos apreciar y agradecer por lo que ya tenemos, dejando de lado la paz que proviene de la plenitud en Dios.


1. La Trampa de la Avaricia:

La ambición está estigmatizada porque la confundimos con la avaricia o la codicia cuando en realidad no es más que la voluntad de superarse, de conseguir lo que uno se propone.


2. Sueños en Armonía con la Voluntad de Dios:

Dios nos ha dado dones y aspiraciones, y es bueno tener sueños. Invitemos a Dios a ser parte de nuestros sueños. Al hacerlo, encontramos la guía divina que nos permite perseguir metas que honran a Dios y benefician a los demás.


3. La Gratitud como Antídoto:

La gratitud nos lleva a apreciar lo que ya tenemos en lugar de enfocarnos en lo que nos falta. Al practicar la gratitud diaria, nuestros corazones se llenan de alegría y paz, incluso en medio de la búsqueda de nuestros sueños. Agradezcamos por las bendiciones presentes y pasadas, confiando en que Dios proveerá para nuestras necesidades futuras.


En este viaje de fe y esperanza, recordemos que no estamos solos. Dios está con nosotros en cada paso del camino, guiándonos, enseñándonos y sosteniéndonos. Agradezcamos por lo que tenemos, busquemos Sueños que honren a Dios y vivamos con la certeza de que Él nunca nos dejará ni nos desamparará. En esta verdad, encontramos la verdadera plenitud. Que esta reflexión nos inspire a vivir una vida de gratitud, sueños guiados por Dios y una profunda confianza en Su amor inquebrantable.


4. La Importancia de Separar Tiempo para Dios:

En nuestra búsqueda constante de realización y éxito, a menudo olvidamos separar tiempo para Dios. La vida agitada puede alejarnos de la comunión con nuestro Creador. Sin embargo, es crucial recordar que nuestra relación con Dios es el fundamento de nuestra verdadera plenitud. Al separar tiempo para la oración, la meditación y el estudio de Su Palabra, fortalecemos nuestra conexión espiritual y encontramos orientación en medio de nuestras luchas diarias.


5. La Generosidad como Manifestación de la Abundancia:

La generosidad no solo se trata de dar dinero, sino también de dar nuestro tiempo, amor y compasión a los demás. Cuando vivimos con una mentalidad de abundancia, reconocemos que lo que tenemos es un regalo de Dios y estamos dispuestos a compartirlo con los demás. La generosidad no solo bendice a quienes reciben, sino que también enriquece nuestra propia vida y nos llena de satisfacción y propósito.


6. La Fe como la Base de Nuestros Sueños:

La fe es creer en lo que aún no hemos visto. Cuando integramos la fe en nuestros sueños y aspiraciones, confiamos en que Dios está obrando en nuestras vidas, incluso cuando no entendemos completamente Su plan. Nuestra fe nos impulsa a perseverar, a pesar de los desafíos y las adversidades, sabiendo que Dios está en control y que todo sucede conforme a Su propósito divino.


En este devocional, hemos explorado cómo equilibrar nuestros sueños y anhelos con la plenitud que se encuentra en Dios. Recordemos que no hay nada malo en tener sueños y metas, pero es esencial que practiquemos la gratitud en cada paso del camino. Al separar tiempo para Dios, ser generosos y aferrarnos a nuestra fe, encontramos la verdadera riqueza y plenitud en Él. Que esta reflexión nos inspire a vivir una vida arraigada en la fe, la esperanza y el amor, confiando en que Dios nos guiará y nos sostendrá en cada paso de nuestro viaje.


 

La Ambición y Nuestros Prejuicios:


La ambición, a menudo malentendida y estigmatizada, es una fuerza poderosa que impulsa a las personas a esforzarse por alcanzar sus metas y aspiraciones. Sin embargo, con demasiada frecuencia, se confunde con la avaricia o la codicia, llevando a prejuicios injustos sobre aquellos que buscan destacarse y progresar en la vida.


1. La Ambición como Impulso de Superación:

En su esencia, la ambición es la voluntad de superarse a uno mismo. Es el deseo de crecer, aprender y lograr metas significativas. La ambición nos empuja a desafiar nuestras limitaciones y a perseguir nuestros sueños con determinación y pasión. Aquellos que son ambiciosos a menudo son individuos dedicados y trabajadores, impulsados por un deseo genuino de mejorar sus vidas y contribuir positivamente al mundo que les rodea.


2. Superando los Prejuicios:

Es importante reconocer que la ambición no debería ser juzgada negativamente. Los prejuicios hacia las personas ambiciosas a menudo provienen de malentendidos y estereotipos. En lugar de condenar la ambición, deberíamos celebrarla como un motor que impulsa la innovación, el progreso y el desarrollo personal.


3. La Ambición y el Equilibrio:

Aunque la ambición es una fuerza positiva, también es fundamental encontrar un equilibrio saludable. La obsesión desmedida por el éxito puede conducir al agotamiento y al descuido de otras áreas importantes de la vida, como las relaciones personales y la salud mental. Es esencial cultivar una ambición que esté en armonía con nuestras necesidades emocionales y físicas, y que respete el bienestar tanto propio como de los demás.


4. Fomentando una Ambición Saludable:

En lugar de desalentar la ambición, deberíamos fomentar una versión saludable de esta cualidad. Esto implica establecer metas realistas, ser conscientes de nuestras limitaciones y celebrar los logros, grandes y pequeños, en el camino hacia nuestros objetivos. La ambición, cuando se canaliza de manera positiva, puede ser una fuerza transformadora que nos impulsa hacia el crecimiento personal y el éxito compartido.


Conclusión:

La ambición no es un defecto moral ni una muestra de avaricia desmedida. Es una cualidad humana natural que impulsa el progreso y el desarrollo en todas las áreas de la vida. Al comprender y apreciar la ambición, podemos superar nuestros prejuicios y permitir que esta fuerza nos guíe hacia un futuro en el que cada individuo tenga la oportunidad de alcanzar su máximo potencial. Fomentemos una ambición saludable, celebrando los logros de los demás y apoyándonos mutuamente en nuestro viaje hacia el éxito y la realización personal.


 

La ambición es una energía poderosa.


Es querer, crecer, tener, expandir, explorar, avanzar, descubrir, conseguir.

Intentar aplacar la ambición es querer luchar contra algo para lo que estamos programados como humanos que somos. No hay nada de malo en la ambición. ¿O crees que Dios nos ha diseñado mal y piensas que debemos corregirlo?


Al observar la naturaleza y el universo que Dios ha creado, encontramos una infinita diversidad y complejidad. Las estrellas en el cielo, los océanos profundos y los intricados patrones de la flora y fauna son testimonios de la creatividad y la ambición de Dios como el Supremo Creador. La belleza y complejidad del mundo natural pueden inspirarnos a soñar en grande y a aspirar a alcanzar metas elevadas.

Como te decía, la ambición está vinculada con el conseguir y la misma palabra ya lo indica: con-seguir. Alcanzar cosas y continuar alcanzando cosas, hitos, etapas, fases.

Nunca dejarás de querer más y mejor. Nunca.

Es muy gratificante cuando alcanzas un objetivo. Es la realización misma. Una sensación con la que te sientes pleno, orgulloso de ti mismo, poderoso, capaz y valioso/a.

Te invito a ser ambicioso/a sin censuras ni prejuicios. Sí, tú. Partiendo desde el punto donde estés. Da igual si estás en el más profundo de los agujeros y no sabes cómo saldrás de esta o si las cosas te vienen de cara y no osas pedirle más a Dios por temor a parecer desagradecido.

Dios dice: Pedid y se os dará, bus cad y hallareis, llamad y se os abrirá. Mateo 7:7-11


La ambición es necesaria porque sin ella retrocedemos, aflojamos y nos conformamos con una vida gris.

Es como las cuerdas de un violín. Debes tensarlas a diario para que el instrumento esté afinado y produzca la melodía correcta. Tu ambición es esa tensión, la misma que te permite avanzar y no tirar para atrás.

Pero no nos damos permiso y escondemos nuestra ambición, algo tan absurdo como esconder el hambre, el sueño o la sed. La vemos como algo sucio debido a filosofías religiosas y espirituales que nos hacen creer que querer es la fuente de nuestra infelicidad y que debemos aplacar esas ansias y aceptar las cosas como son.


Nuestra sociedad señala con el dedo al que es ambicioso. Incluso usa ese término como insulto: “Es una ambiciosa”. Cuando lo irónico es que sin ella, no existiría ninguno de los avances de la humanidad: la imprenta, la electricidad, internet, los derechos humanos, la educación y sanidad pública, you name it.


Conseguir éxito empresarial o riqueza no te convierte en una persona superficial ni te incapacita para disfrutar y apreciar las pequeñas cosas de la vida y ser consciente de que al final son esas pequeñas cosas, las que apenas cuestan dinero, las que determinan gran parte de tu felicidad.


Todo comienza con un sueño, un don divino que se nos ha otorgado.


Así que, date permiso para soñar y quererlo con todo tu ser. Es lo más sensato que puedes hacer, porque esos sueños, cuando están en sintonía con la voluntad de Dios, nos guían hacia un futuro lleno de propósito y significado.

Mi sugerencia y práctica son simples pero poderosas:

  1. Agradece lo que ya tienes y celebra tus logros, ya sean materiales, situacionales o las personas que te rodean. La gratitud te conecta con lo que es realmente importante en tu vida y te prepara para recibir aún más, como parte del plan divino.

  2. Rodeate de personas que, como tú, quieran más y mejor. Personas que no se conforman con lo que tienen y que aspiran a vivir la vida al máximo. Construye amistades basadas en el éxito mutuo, donde el apoyo y la motivación fluyan en ambas direcciones. Estas amistades te animarán a pensar en grande, a construir castillos en el aire y, lo más importante, a pasar a la acción. Encuentra gente que no sienta envidia por tus éxitos, porque está tan ocupada persiguiendo sus propias metas que celebrará tus logros tanto como los suyos, reconociendo que cada triunfo es un regalo de Dios.

  3. Sueña en grande, sin límites ni restricciones. Sueña como lo haría un niño pequeño, sin preocuparte si es posible o razonable. Crea una lista de sueños y agrégales nuevos a medida que los antiguos se vayan acercando a la realidad y se transformen en pasos específicos que puedes tomar. Porque en la grandeza de tus sueños reside el poder de transformar tu vida y el mundo que te rodea, guiados por la mano amorosa y sabia de Dios.

Bendiciones.

Consejero espiritual firma
Consejero espiritual firma

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